EN LA ROCA
Jardín de las delicias, de sílfides y malvas,
floreces cuando sueñas, recostada en la roca
de las mareas altas.
Y el sueño donde siembras claveles y montañas,
restaura el paraíso y el Eufrates y el Trigris
de nuevo se engalanan.
Descubres a mis ojos, que en tu silueta vagan,
las hondas claridades que el día difumina,
cuando despierta el alba.
Así te veo siempre, dormida en la mañana
y antes que rompa el día vestido de escarlata,
desnudo me sumerjo, desnudo y sin palabras,
en la incorpórea fuente donde el amor se baña.
Entonces, sólo entonces, cuando las blancas flores
se postran de rodillas, sabiéndote más blanca,
me acerco descubriendo las sábanas de plata,
que arropan la tersura de tus valles de nácar.
Y al verte así dormida, mi alma enamorada
descubre que es más fuerte, que el fuego de mi fragua,
más tibio que el deseo, más mío que mi alma,
más cierto que la muerte, más grande que la nada,
ese jardín de perlas y sueños en tu almohada.
Y entonces un suspiro, que alguna diosa exhala,
susurra en mis oídos diciendo sin palabras:
La rosa de los sueños se marchita al tocarla…
Deja, deja que duerma
recostada en la roca de las mareas altas,
que dormida es más bella y es cuando más te ama.
KARIM
Juan Carlos Hidalgo Antigoni
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